Siempre sucede igual. Cada vez que toca cambio de partido en el gobierno, nos sobreviene una desbandada. Bien porque los entrantes ya tienen a los suyos frotándose las manos, bien porque los salientes no quieren compartir ni en pintura trabajo con los primeros.
Pero lo cierto es que el pueblo vota a sus representantes políticos, no al aparato administrativo y gestor que se haya por debajo de los primeros.
Pero lo cierto es que el pueblo vota a sus representantes políticos, no al aparato administrativo y gestor que se haya por debajo de los primeros.
Es totalmente entendible que haya una serie de movimientos, sobre todo en cargos de máxima dirección, incluso más allá del nivel de un ministro o un director general. Pero que se mueva todo un cuerpo de profesionales me parece bastante inentendible, desde un punto de vista funcional, claro está. Porque desde un punto de vista partidista ya sabemos como funciona la cosa.
Aquí la cuestión no es explicar el porque de las cosas, sino darnos cuenta de como fallan estas. Lo que es inviolable es que si eres contable de profesión, el activo ha de ser igual al pasivo, ya tengas carnet rojo, verde o azul. Así que mientras no descuadres los balances de la administración de turno, pues no veo razones para que te sustituyan por otro.
Miren lo que sucede en Estados Unidos, donde el gobierno del demócrata Barack Obama cuenta en su gobierno con algún secretario del saliente Partido Republicano.
Todo esto viene a cuento de la posibilidad de que la entrada del PP en el próximo gobierno de Galicia, según informa La Voz de Galicia, podría acarrear la sustitución de medio centenar de puestos; entre ejecutivos, cargos de confianza, personal de gestión y determinados niveles de funcionariado no opositable. Y supongo que no irán a más porque no pueden, gracias a las oposiciones claro está.
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