La deriva que en materia ferroviaria se viene revelando desde el Ministerio de Fomento más tiene que ver con el enfoque de una empresa privada que busca rentabilizar un servicio bajo una estrategia determinada, antes que el propio de un regulador público que busca el beneficio del usuario y del contribuyente.
Entiendo que a una sola operadora, RENFE, cubriendo la práctica totalidad de la extensa red española en los tiempos que corren, con las alternativas por carretera y aire de las que goza el usuario, le resulte poco atractivo atender a todos los segmentos del mercado (cercanías, regional, interregional y larga distancia; convencional y AVE) antes que centrarse en unos pocos y de elevada rentabilidad.
Lo que no entiendo es la decisión del gobierno de cerrar definitivamente las que se han denominado como líneas deficitarias, lo cual unido al desinflamiento de servicios de los últimos 20 años, nos dibuja un futuro panorama de AVE y solo AVE. En lugar de ello se podría apostar por la renovación de la red convencional (lo cual incluye estaciones, apeaderos y vía) y la apertura del sector a nuevos operadores que decidan ofrecer ofrecer aquellos servicios en la calidad adecuada para que el usuario vuelva a montar en tren.
Un caso ejemplar: La línea Vigo-Ourense-Monforte-León.
El servicio entre Vigo y Ourense se presta con seis conexiones diarias, tres de larga distancia excesivamente caras para un desplazamiento tan próximo (Alvia y Tren-Hotel a Barcelona, Arco a Bilbao), una de media distancia con León como destino y dos regionales de toda la vida. Por supuesto que cada servicio incluye otro en sentido inverso.
Pues bien, una deficiente configuración en horarios, frecuencias y número de paradas hace que el volumen de pasajeros Vigo-Ourense y Vigo-León sea escaso. Cada servicio propuesto admite una considerable eliminación en el número de paradas que posibilitaría un mayor atractivo competitivo para los mismos al reducir el tiempo de viaje. Además faltaría apostar por un número de frecuencias y unos horarios que no resulten disparatados como para espantar al posible usuario.
Es muy posible que si reordenamos el sector de forma que entren a operar nuevas empresas en aquellas redes regionales que no son del interés de RENFE, por no suponer un pastel como si lo supone el AVE, podamos llegar a equilibrar el poco uso que se hace del tren frente al elevado uso que se hace de las autopistas/autovías.
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