Las relaciones que se establezcan entre PP, PSOE, IU y cualquier otro partido político; ya sea en el parlamento de Extremadura o en los correspondientes ayuntamientos deberían quedarse en Extremadura y en tales ayuntamientos. Desde mi punto de vista, lo sano en una democracia es que cada situación se valore en su justa medida. Lo coherente en una formación que predica el federalismo es que se respete la postura que cada federación, en este caso la de Extremadura, tenga a convenir.

En estrategia política todo vale. Está claro que el objetivo es recuperar la marca IU de cara a unas elecciones generales ya cercanas. Desde el frentismo de la izquierda, lo cual propicia alianzas con el PSOE, hasta la pinza con el PP, tan efectiva en los tiempos de Julio Anguita, cualquier decisión ha de ser coherente con el contexto de unas elecciones autonómicas y municipales de 2011 que no dejan lugar a dudas: el pueblo ha lanzado un mensaje de castigo al PSOE.

En mi opinión, lo más equilibrado sería dejar que cada ayuntamiento decidiese lo más correcto, sin menoscabo de que el acceso al poder del PP no deje de suponer nada más allá que la necesaria alternancia en una democracia ávida de honestidad como la española.

Por su parte, en relación a la investidura en el parlamento de Extremadura, poner encima de la mesa una opción de apoyo al socialista Guillermo Fernández Vara pero a un buen precio para la formación de un sustancioso gobierno de coalición entre el IU y el PSOE.

Lo mejor sería que la dirección federal del bueno de Cayo Lara sita en Madrid se dedicase a lo que se tiene que dedicar, que no es otra que preparar el camino para las elecciones generales, haciendo pinza con el PP, frentismo de izquierdas con el PSOE, o de llanero solitario. Pero conviene recordar que la historia nos dice que a IU le va muy mal cuando se deja ver como una sucursal del PSOE.

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